Niños de Siria: ¿hasta dónde llegarías para hacer un examen? - Ayuntamiento de Toledo

Rama* es una joven que realizó dos peligrosos viajes en pleno conflicto sirio para poder hacer sus exámenes y continuar su educación. Y tú, ¿hasta dónde llegarías?

Mi lucha por estudiar ha sido un camino largo y duro. La primera vez que me vi obligada a abandonar la escuela fue cuando comenzaron los combates en mi pueblo, en una zona rural en el este de Alepo. Entonces estaba en grado 8. Me puse muy triste, pero traté de no perder la esperanza. Seguí estudiando sola en casa, con la idea de presentarme a los exámenes de grado 9 y terminar la educación básica.

Las escuelas de mi pueblo habían cerrado por lo que, ese mismo año, mi familia y yo decidimos trasladarnos a Raqqa, en el noreste de Siria, para que mis hermanos y yo pudiéramos continuar nuestra educación. Pero cada vez que encontraba algo de esperanza esta guerra me la arrebataba.

Los grupos extremistas se apoderaron de la ciudad de Raqqa solo dos meses después de que nos mudáramos, cerrando escuelas y poniendo trabas a la educación, especialmente para las niñas. Mis amigas y yo tuvimos que estudiar a escondidas, pero nos las arreglamos para viajar a Deir-ez-Zor el día antes de los exámenes.

El viaje fue difícil. Tuvimos que cruzar varios puntos de control y un río a pie, pero eso daba igual. Lo que importaba era que mi empeño por alcanzar mis sueños y el estímulo de mis padres se impusieron a la fatiga y la desesperanza. Aprobé los exámenes de grado 9 y no era capaz de describir mi felicidad con palabras. ¡Incluso pudimos volver a nuestra casa cerca de Alepo!

Pero la espiral de violencia y desplazamientos no había terminado. Siempre que había enfrentamientos cerca de nuestra casa, nos íbamos con nuestros vecinos, en medio de la noche, a campo abierto o a los pueblos de al lado. Huíamos para ponernos a salvo apenas con lo que teníamos puesto. Eso sí, siempre llevaba mi diploma de grado 9. Como podéis ver, es la cosa más valiosa que tengo; sin él, no habría podido continuar mi educación. Cuando los combates se alejaban, entonces regresábamos a casa, hasta que todo empezaba otra vez.

Incluso en tiempos de relativa seguridad, no podía soportar la vida sin escuela. Algunos de mis amigos huyeron y otros tenían que trabajar, pero mi amiga Fátima y yo seguimos estudiando en casa. Sabíamos que un día todo saldría bien y así fue. Una escuela reabrió en mi pueblo, a solo seis meses de que comenzaran los exámenes de grado 12.

Solíamos andar un largo trayecto para llegar a la escuela y apenas teníamos tiempo suficiente para terminar las clases. A veces escuchábamos explosiones en el camino. Cada vez que me asustaba mi padre me decía: “Tu educación es tu supervivencia. No la pierdas”.

Conflicto en Siria: la educación puede con todo

El sufrimiento no terminó aquí. Mi hermano pequeño enfermó cuando estallaron los combates en nuestro pueblo y, por falta de atención médica, murió. Los problemas no me detuvieron. Tenía un sueño que cumplir: terminar la educación secundaria y obtener el certificado para poder seguir estudiando.

Cuando llegaron los exámenes oficiales tuvimos que venir a Alepo, ya que en mi pueblo no hay centros de exámenes. El viaje, que antes de la guerra nos hubiera llevado una hora, nos llevó casi diez. Yo estaba asustada y exhausta, pero a la vez estaba feliz de estar un paso más cerca de mi sueño de convertirme en doctora algún día.

He hecho nuevos amigos aquí en el centro de alojamiento. Comemos juntos, vamos a clases de recuperación y hacemos todo juntos. Tenemos mucho en común, ya que compartimos muchos problemas. Nos ayudamos y apoyamos mutuamente, ¡y ahora somos una gran familia!

Siento pena por las chicas que no pudieron hacer el viaje para realizar los exámenes como yo. Tienen que creer en sí mismas y continuar sus estudios, a pesar de las dificultades. Todo pasará mientras luchemos por nuestra educación.

Este año, en UNICEF hemos ayudado a 10.689 niños a cruzar zonas de conflicto desde áreas sitiadas y de difícil acceso, para asistir a exámenes nacionales de los grados 9 y 12 en Siria. Les hemos dado becas para cubrir sus dietas y gastos de transporte, así como un alojamiento seguro. También hemos organizado clases de recuperación para ayudar a los niños a estudiar antes de los exámenes y sesiones de apoyo psicosocial para afrontar las experiencias que han vivido.

*Nombre cambiado para proteger la identidad de la autora.

Fuente: https://www.unicef.es