Gabriel Carvajal Chinchón [1932-2021] - Ayuntamiento de Toledo

Gabriel Carvajal

Gabriel Carvajal

Gran fotoperiodista, desarrolló su carrera de 40 años como fotógrafo (que era la palabra que más le gustaba utilizar) en el diario Ya de la editorial católica. Referente del periodismo gráfico actual, es estudiado hoy en día en las universidades. Cuenta entre otros innumerables premios recibidos a lo largo de su carrera con el Premio Nacional de Periodismo Gráfico que le fue otorgado en 1982.

Su carrera comenzó a la temprana edad de 12 años, cuando en febrero de 1945 se puso a las órdenes de Martín Santos Yubero, jefe de la sección gráfica del diario Ya. Empezó como “chico del magnesio” (daba el flash encendiendo con una mecha los polvos de magnesio depositados en una cazoleta). Este primer trabajo fue fruto de la necesidad económica imperiosa de una familia que acababa de perder al padre, víctima de la represión de los que perdieron la guerra. Por tanto, como él mismo dice “no llegué a la fotografía por vocación, pero cuando la conocí ya no quise dedicarme a otra cosa”.

Publica su primera fotografía en el diario Ya con tan solo 13 años, el 15 de abril de 1946, no obstante, todo el trabajo que realizó desde ese momento quedó en poder del mencionado jefe que le impedía a él y a otros fotógrafos que formaban parte de “su” plantilla, firmar las imágenes, algo inaudito en la actualidad, pero una práctica habitual de aquella época. No sólo les impidió firmar, sino que se atribuyó él mismo la autoría: es lo que Carvajal denominaba como su época de invisibilidad que se prolongó hasta 1960, cuando por fin un director del periódico, Aquilino Morcillo, ordenó que cada fotógrafo firmara sus imágenes. Carvajal explica que “el hecho de hubiera empezado a trabajar con Santos Yubero, cuando apenas era un niño, puede explicar tanto el autoritarismo que ejercía como mi propia sumisión”. De cualquier forma, Marisa Flórez, fotoperiodista y editora gráfica del diario El País, apunta que “a pesar de su etapa invisible, supo dar luz y personalidad a todas sus imágenes, fácilmente reconocibles aunque no llevaran su nombre a pie de foto”.

Durante cuarenta años fue testigo de momentos importantes e incluso históricos que han pasado por delante de su mirada, de su cámara. Él habla de que en la época de la dictadura “se cubría básicamente la vida oficial, los deportes, los toros y poco más. La máxima crítica que podías hacer eran las denuncias de deficiencias locales. También estaban las manifestaciones que no habían sido autorizadas, donde se nos impedía trabajar y quedábamos expuestos a la represión policial. Con la llegada de la democracia y la libertad, la información gráfica se revitalizó mucho, aunque persistió la peligrosidad en los conflictos violentos que estaban a la orden del día “. De ahí que sufriera una terrible agresión, el 26 de mayo del 76, al ser derribado del techo de un camión al que se había subido para obtener mejores imágenes durante el entierro de tres altos mandos militares y de su conductor, asesinados por ETA. Y entre estas dos épocas, junto con la llamada transición política (mención aparte merecen sus fotografías de la crónica parlamentaria) transcurrió su carrera en el referido diario Ya (con su edición de Toledo) así como en el semanario Dígame en una primera época, con imágenes taurinas de una gran plasticidad, de las que muchas de ellas fueron también premiadas.

En esa época de fotografía analógica era crucial poder captar esa imagen que hablara por sí sola, utilizando el menor número de disparos posible, puesto que los carretes tenían una limitación de exposiciones y el tener que cambiarlos podía suponer “una pérdida de información” y a esto había que sumarle que en muchas ocasiones la redacción estaba esperando a que llegaran las fotografías realizadas tras el revelado, para seleccionar las que se publicaban. Pues bien, en esto, Carvajal fue un verdadero maestro, con un único disparo supo captar unas imágenes impresionantes y en circunstancias de trabajo extremadamente adversas (carreras, cargas policiales, empujones, hacinamiento con los compañeros…) Sin embargo, cuando esas circunstancias no se daban, como en muchas de las fotografías que aparecen en este página y que se conservan en el Archivo Municipal, supo darles un enfoque plástico de una gran belleza, paisajes, monumentos… que parecen postales pero también y, sobre todo, supo captar escenas de la vida cotidiana, costumbristas, que nos dan una idea de la vida y de sus gentes de aquella época y tuvo también una mirada para los pequeños detalles, rincones, farolas, letreros… que nos ofrecen tanta información. Para lograr todas estas imágenes, hay que saber verlas y hay que tener una sensibilidad muy especial para captarlas. También han pasado delante de su cámara grandes figuras y personajes de todos los ámbitos (en esta página también tenemos ejemplos de ello). En suma y como apunta Marisa Flórez “Carvajal ha sido un cronista, sus instantáneas reflejan la realidad de un país y una sociedad en continuo cambio a lo largo del siglo XX”.

Por su parte, Juan Miguel Sánchez Vigil, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y docente en las Facultades de CC. de la Información y CC de la Documentación, escribe estas bellas palabras que nos sirven como resumen de su vida profesional: “Carvajal es uno de aquellos periodistas gráficos hechos en la calle, junto a los protagonistas, a veces tan cercano a ellos que nos sorprende con la familiaridad y el desparpajo de sus imágenes. Sus instantáneas están plagadas de nombres propios que ya son historia, de lugares y espacios reconvertidos, de momentos irrepetibles, … de retratos de una España herida, de la necesidad del cambio tras tiempos de oscuridad, … retrató los tópicos y los desengaños, las ilusiones y los desafíos, las formas de vivir y de morir. También los géneros y las temáticas: toros, deportes, teatro, política, sociedad, tipos, costumbres, sucesos, personajes admirados y aquellos que debieran ser borrados… Carvajal es la transición, emotiva e intensa, plagada de negativos en blanco y negro con olor al vinagre de los fijadores…

Todo este gran trabajo es fruto de la personalidad de su autor, sus compañeros de profesión hablan de su “discreción, educación, sencillez, solidaridad y buena disposición para ayudar a cualquier compañero, un caballero con y sin cámara” y su familia, que tuvimos el gran privilegio de disfrutarle, de una persona buena con mayúsculas, con un gran corazón, excepcional, que no dejó a nadie indiferente, culto, muy leído, hecho a sí mismo y adelantado a su tiempo, solidario, empático, idealista, generoso… que nos dejó en lo personal un modelo a seguir, una gran herencia que es nuestro bien más preciado.

No quiero terminar estas líneas sin agradecer al Archivo Municipal de Toledo esta iniciativa y sobre todo el haber custodiado con tanto mimo, una vez que se cerró la edición toledana del diario Ya, tras 16 años, estas imágenes que ahora ven la luz.

Nota: Los textos entrecomillados están extraídos del libro Madrid, crónica de un cambio de Ediciones La Librería, Temporae, Madrid 2013, donde se glosa la figura de Gabriel Carvajal y aparece una pequeña parte de su obra.


Laura Carvajal de Luz