El Cementerio Municipal de la Vega Baja - Ayuntamiento de Toledo

El cementerio general de la Vega Baja fue inaugurado el 6 de diciembre de 1836. Estaba situado junto a la actual plaza de Colón, en el inicio de la avenida de Barber en un espacio que hoy ocupa el Instituto María de Pacheco y antes, en el mismo edificio, la Escuela Normal de Maestros, inaugurada el 8 de octubre de 1959. 

Fue el primer cementerio municipal, es decir, costeado por el Ayuntamiento. Su construcción obedeció a disposiciones gubernativas, tras el incremento de la mortalidad provocado en esos años por una epidemia de cólera morbo. En él fueron inhumados buena parte de los toledanos fallecidos entre la fecha de su apertura y la de su cierre definitivo ocurrido el 8 de septiembre de 1893, día en el que se abrió el cementerio actual de Nuestra Señora del Sagrario, al final del paseo de San Eugenio. 

Como nos cuenta Rafael del Cerro Malagón, del que tomamos los datos aquí aportados, desde esa fecha el cementerio continuó su progresivo deterioro mientras las familias procedían a trasladar los restos de sus seres queridos al nuevo cementerio en un proceso que se alargó décadas. 

El 12 de noviembre de 1923, el ayuntamiento toledano acordó la “monda de restos existentes en sepulturas del cementerio viejo y la demolición del mismo”. Así lo anunció el alcalde Gregorio Ledesma Navarro por bando del día 26 de ese mismo mes, dando a los familiares de los difuntos un plazo de sesenta días para su cumplimiento. En el periódico El Castellano de 28 de marzo de 1924 se anunció el concurso para adjudicar la extracción total de los restos que aún quedaban y su traslado al cementerio nuevo. Las obras consistían en la excavación hasta tres metros de profundidad de todo el terreno que ocupaba el muro de cerca y las galerías, incluyendo el cribado de toda la tierra procedente de esas excavaciones. Y esto último no debió cumplirse como el Ayuntamiento ordenó pues la aparición de restos se siguió produciendo en décadas posteriores. Estamos, pues, ante un ejemplo singular de arquitectura funeraria que pudieron contemplar los toledanos entre 1836 y 1924.